El síndrome del niño emperador hace referencia a los niños extremadamente empoderados, sin empatía y con total frustración a un ‘no’ por parte de quien tiene que aportar cierta autoridad en el hogar. Se llaman también niños tiranos y suelen desarrollar esa actitud tras haberse invertido los roles familiares: el poder está en manos del niño y no de los padres. ¿Cómo es la relación entre madres y niños emperadores?
La relación entre madres y niños tiranos
La total permisividad y la ausencia de límites a la hora de criar al niño suele darse mayormente en la madre. El niño incurre en faltas de respeto y agresividad, al no saber cómo gestionar sus emociones o cómo expresarlas de manera correcta. Si bien esta conducta puede comenzar sobre los 5 años de edad, se puede mantener durante el resto de infancia y adolescencia.
La relación entre madres y niños tiranos (también con los padres, aunque por estadísticas en menor medida) suele caracterizarse por una falta de respecto del pequeño a su progenitora. No se han establecido previamente las bases sobre las que construir una relación sana entre madre e hijo, bien por no saber cómo hacerlo (aquí entraría en juego el papel de educadores y psicólogos a los que los padres deben recurrir), bien porque no se ha contado con el tiempo suficiente que conlleva la crianza y educación de un hijo.
La falta de tiempo es uno de los factores de fondo, ya que se suple esa atención (el tiempo de calidad entre las madres y niños caprichosos es prácticamente inexistente) por objetos materiales que satisfacen al niño de forma rápida y sencilla. No se ha construido una comunicación fluida en la que se muestren valores de empatía al niño, así como a entender y aceptar un no, y saber reaccionar ante la frustración.
¿Cómo solucionarlo?
También conocido como trastorno de oposición desafiante (TOD), si crees que tu hijo puede ser un pequeño niño tirano y que no cuentas con las armas suficientes con las que hacerle frente, pide ayuda. Como decíamos unas líneas más arriba, los educadores y psicólogos te darán las pautas necesarias para encauzar de nuevo a tu hijo hacia conductas más saludables para la estabilidad familiar.
Estas irán encaminadas a dedicar tiempo de calidad con tu hijo, a saber ponerle límites (nunca es tarde) y a aprender sobre gestión emocional. Como madre, eres su ejemplo y referencia, y es importante que también tú sepas cómo controlar tus emociones para transmitirle esa misma forma de actuar.
Hay que basar todo en la concienciación y estimulación, y no cayendo en el daño a la autoestima del pequeño con frases como ‘eres un egoísta’. Aunque así sea, se debe atajar el problema sin el ataque, fomentando situaciones sociales en las que tenga que mostrar empatía. Compartir experiencias y desarrollarse en entornos sociales le ayudará a entender que no todo gira en torno a él y que debe aprender a ceder. Los juegos pueden ser muy útiles para comprender este concepto desde la base, y que así la relación entre madres y niños emperadores se convierta en una relación sana.
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