Durante el embarazo es necesario realizar una serie de pruebas para confirmar que todo evoluciona bien. Los protocolos pueden variar entre la sanidad pública y la privada pero hay unos controles mínimos. Te contamos cuáles son.
En cuanto se conoce la noticia del embarazo, conviene pedir cita con el médico de familia para que mande los primeros análisis de sangre y facilite las citas con el ginecólogo y la matrona que llevarán el control médico durante el resto del embarazo. El primer trimestre es el más delicado y es importante estar bien vigilada.
Si tienes un seguro privado, puedes pedir cita directamente con un ginecólogo del cuadro médico y ahorrarte el paso de acudir al médico de familia.
En la primera cita, el ginecólogo, pregunta la fecha de la última regla y elabora el historial médico de los futuros padres (con los antecedentes médicos personales y familiares y los posibles factores de riesgo que puedan afectar al desarrollo del embarazo).
Si vas a un médico de un seguro privado es posible que también te haga una ecografía para confirmar el embarazo o que te mande hacerla (en torno a la semana 7 de embarazo). Esta ecografía no es habitual en la Seguridad Social.
En la sanidad privada, como mínimo, acudirás una vez al ginecólogo. En la Seguridad Social las revisiones con el ginecólogo pueden espaciarse más (los protocolos de seguimiento varían en cada comunidad autónoma), pero se complementan con visitas a la matrona.
En todas las visitas el ginecólogo toma la tensión y vigila el peso de la embarazada, palpa el vientre, mide el útero, escucha el latido cardiaco del futuro bebé y revisa los resultados de las pruebas que va mandando (análisis, ecografías, etc.)
Una analítica por trimestre
En cada trimestre se realiza como mínimo un análisis de sangre y orina para valorar el estado de salud de la embarazada y descartar infecciones que pueden ser peligrosas para la futura madre o el feto.
En la primera analítica, además de los valores habituales, se hace un cribado de enfermedades infecciosas como: VIH, Hepatitis B o sífilis y se comprueba si la embarazada está inmunizada frente a la rubeola o la toxoplasmosis, dos enfermedades que pueden ser muy peligrosas para el feto.
Cuando el Rh sanguíneo de la madre es negativo y el del padre positivo, en los análisis de sangre también se comprueba que en el organismo de la madre no existen anticuerpos que puedan dañar al feto (Test de Coombs indirecto). Además, en la semana 28 de embarazo se pone una gammaglobulina a la embarazada para evitar una incompatibilidad sanguínea en el caso de que el feto sea Rh positivo.
En la semana 24 de embarazo se hace un análisis de sangre más especial, llamado Test de Sullivan, para valorar la concentración de azúcar en sangre y poder detectar a tiempo una diabetes gestacional, afección que solo ocurre en el embarazo y que podría ocasionar problemas en el feto. Si el test da positivo, se hace prueba más larga, llamada curva de glucemia, para confirmar el diagnóstico y si es necesario derivar a la embarazada a un endocrino que indique las medidas de dieta necesarias
Una ecografía por trimestre
Como ocurre con las analíticas, por protocolo, en la Seguridad Social como mínimo se realiza una ecografía en cada trimestre. En los seguros privados, dependiendo del ginecólogo que lleve el embarazo, suelen hacerse más, a veces incluso en cada visita si el médico dispone de un ecógrafo en la consulta.
La primera ecografía, que se hace en la semana 12-14 y suele ser vaginal, forma parte de un screening que se realiza a todas las embarazadas para valorar el riesgo de que el futuro bebé tenga algún defecto congénito y ver si conviene hacer otro tipo de pruebas invasivas (como la amniocentesis) para confirmarlo. Los resultados de la amniocentesis suelen tardar tres semanas pero existe una técnica llamada FISH que usan algunos hospitales públicos y muchos privados que da los resultados en 48 horas.
Además, existe un test de diagnóstico prenatal no invasivo que estudia el adn del feto en la sangre de la madre y por lo tanto solo precisa un análisis de sangre. Este test ya se ofrece a las embarazadas en la sanidad pública de Castilla León y en bastantes hospitales privados como, por ejemplo, La Fundación Jiménez Díaz, de Madrid
La ecografía del segundo trimestre se realiza hacia la semana 20 de embarazo. En esta ecografía se descartan posibles malformaciones, se comprueba que el feto tiene el tamaño y peso adecuado a su edad gestacional y que la placenta está bien colocada. Es muy posible que se sepa el sexo del bebé.
La ecografía del tercer trimestre se hace hacia la semana 34 de embarazo
Se vuelve a valorar el tamaño del bebé, su posición (si ya está colocado boca abajo) y la de la placenta, para estimar cómo puede ser el parto.
Otras pruebas y procedimientos médicos
Entre las semanas 28 y 36 de gestación se recomienda a las embarazadas vacunarse de la tosferina para prevenir la enfermedad en el embarazo y el recién nacido.
Si quieres tener un parto con epidural, el ginecólogo te derivará a la consulta de un anestesista sobre la semana 35 de embarazo, tendrás que hacerte un electrocardiograma y firmar un consentimiento informado.
Hacia la semana 36 de embarazo se hace un exudado vaginal para descartar infecciones en el canal del parto (la vagina). Si hay infección de estreptococo B agalactiae, que podría infectar al niño al atravesar el canal del parto, te pondrán antibiótico durante el parto.
Cuando se acerca la fecha prevista de parto, a partir de las semanas 39-40 de embarazo (dependiendo del protocolo del hospital) se suele hacer una monitorización semanal para vigilar el latido cardiaco fetal y la existencia de contracciones uterinas
En los seguros privados las monitorizaciones pueden empezar antes.